El virus del papiloma humano (VPH) es, con diferencia, la infección por trasmisión sexual más frecuente. De hecho, se calcula que el 80% de la población sexualmente activa estará en contacto con el virus en algún momento de su vida.
En el 90% de los casos, el sistema inmune eliminará el virus sin secuelas en los dos años siguientes, pero en otros casos puede ocasionar molestias, como verrugas, y en otros derivar en lesionar premalignas e incluso malignas y provocar finalmente cáncer de cuello de útero u otros menos frecuentes, como el de pene o los orofaringeos.
Además, aunque no se presenten síntomas, mientras se elimina el virus del organismo, puede trasmitirse de una persona a otra, y por varias vías, pues la trasmisión se produce tanto a través de relaciones vaginales como anales y orales. También mediante otro tipo de contacto cercano con la piel durante las actividades sexuales.
El uso del preservativo es una de las armas más efectivas para prevenir la trasmisión del virus del papiloma humano y reduce tanto el riesgo de infección como de las lesiones que puede ocasionar el VPH. Además, también se ha evidenciado que el uso del condón masculino contribuye a la regresión de las lesiones precancerosas y el aclaramiento de la infección por VPH.