Jugar en la playa, enterrarnos por diversión o simplemente meter los pies en la arena mientras tomamos el sol es bastante habitual pero, ¿puede tener efectos perjudiciales para la salud? Aunque no sea motivo de alarma, hay que tener en cuenta una serie de riesgos que puede ocasionar esta costumbre, ya que la arena es el hábitat de multitud de microorganismos.
Los parásitos, virus, bacterias u hongos también están presentes en estos ambientes y, aunque la mayoría resulten inofensivos, es cierto que algunas especies pueden provocar infecciones.
Los anquilostomas son unos parásitos que se pueden encontrar en la tierra contaminada y producir una infección. Es más común en climas tropicales y húmedos, y existen cuatro tipos de nematodos que originan esta infección: Necator americanus, Ancylostoma duodenale, Ancylostoma ceylanicum y Ancylostoma braziliense.
Los dos primeros afectan únicamente a los seres humanos, mientras que los otros pueden afectar a los animales (zoonóticos), principalmente a perros y gatos. Ambas variedades pueden transmitirse a las personas. Así, la enfermedad más común tras la infección con larvas de anquilostomas animales es la que se conoce como larva migratoria cutánea.
«Los huevos de anquilostoma se encuentran en las heces de gatos y perros infectados» y, cuando estos eclosionan,