La difteria es una de esas enfermedades que, por haberse conseguido su casi completa erradicación de la mayoría de países desarrollados, ha quedado casi relegada al olvido a pesar de que a día de hoy sigue causando estragos en buena parte del mundo.

La difteria es una enfermedad infecciosa provocada por el bacilo de Klebs-Löffler (Corynebacterium diphteriae) y, más concretamente, por la exotoxina proteica que produce. Se trata de una infección que afecta principalmente a las vías respiratorias y digestivas altas, pero que también puede atacar las fibras nerviosas y la piel. A menudo resulta mortal, incluso con tratamiento.

Es especialmente prevalente en los niños menores de cinco años, siendo más virulenta en la franja de edad entre los cinco y los seis años, pero también se da en los adultos.

Como otras infecciones respiratorias, se transmite por el aire a través de las gotas y los aerosoles que expelen al toser o estornudar las personas infectadas, incluso si éstas se encuentran en la fase asintomática de la enfermedad.

Cuando no es asintomática, la difteria normalmente comienza a manifestarse entre dos y cinco días después de la infección. Después, varían según la parte del cuerpo que a la que ataque la enfermedad.

Si son las vías respiratorias altas,

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